la evolución del motor

l 6 de mayo de 1934 el famoso gánster John Dillinger le envió a Henry Ford una carta en la que le agradecía por haber construido su Ford V8 “tan rápido y tan robusto”, pues sin él no habría “podido escapar de los policías en Wisconsin”. El potente auto al que hacía referencia, robado al Sheriff Lillian Holley, desarrollaba 85 caballos de potencia.

Ocho décadas después esa cifra es tan interesante como los carros que la ostentan y al contrario que como sucedía antes, hoy no se necesita mucho para llegar a algo parecido. Tanto así que Ford (para seguir con el mismo ejemplo), gracias a la tecnología EcoBoost, con solo tres cilindros y 999 cm3 es capaz de alcanzar los 123 caballos.



 Los motores en el tiempo

De esta forma los años 70 vieron el nacimiento de hitos como el Porsche 911 Turbo (1975) al tiempo que Ferrari introdujo la inyección en sus autos de calle con el 400 GT (1976). Por su parte, vehículos más terrenales también comenzaban a implementar este nuevo tipo de alimentación para sus motores.

A lo largo de los años 80 y 90 el panorama comenzó a mejorar nuevamente, los vehículos con carburador eran más escasos (aunque algunos alcanzaron a ver la luz en el nuevo siglo) y la búsqueda por propulsiones alternas empezó a tomar vuelo con el General Motors EV1 (1996), el Toyota Prius (1997) y el Honda Insight (1999) como algunos ejemplos. El mundo de los súper autos tampoco descansaba: el McLaren F1, rey de su época, marcaba más de 600 caballos de potencia.

Sin embargo, la lucha con el cambio de siglo pasaría a ser con las regulaciones de emisiones, por lo que una vez más los ingenieros debieron tomar asiento y empezar a buscar aún más eficiencia. De esta forma las dietas para reducir el peso comienzan a encabezar listas de prioridades, acompañadas de otros ingredientes como la inyección directa, apertura variable de válvulas, desactivación de cilindros y la inducción forzada.




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